viernes, 16 de octubre de 2009

Me vais a disculpar, porque no es mi día para publicar; pero, como internet me funciona cuándo y cómo quiere pues os tenéis que conformar con que escriba con un día de retraso.

Los jueves son duros. A las 9.30 tengo una clase de Storia dell'Architettura Moderna de tres horas. No es que las tres horas se me hagan pesadas, porque el profesor termina una hora antes y el otro día, por ejemplo, dedicó toda una clase a la Biblioteca Laurenziana (os podéis imaginar mi regocijo). Lo que me pesa es que los alumnos llegan a las 8.10 (hora en que abren la facultad) para pillar sitio porque las aulas aquí son enanas y si te descuidas te quedas, ya no sin mesa, sino sin sitio en el suelo. Así que a las ocho y media tengo que estar presente para tener un sitito donde sentarme y que no me duela la espalda. Compensa con que mañana sábado tengo una clase in situ en la Piazza del Campidoglio.
A las 14.00 tengo Storia dell'Arte Moderna hasta las 19.00. Cinco horas. Con una profesora que se enrolla como una persiana y que, si te descuidas, no hace ni pausa para descansar. Física e intelectualmente termino muerta.

Aún así, me gusta tener todo un día de clases de historia. Porque, en el fondo, es lo que buscaba cuando vine aquí. Una no va todos los días al Tempietto di San Pietro in Montorio a que le expliquen por qué el señor Bramante quiso hacerlo circular. Por cierto, el Tempietto pertenece a España.


Un bacio enorme a todas.


Sempre dritto di là. Fino alla fine del mondo.

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