Uno...

  Hoy hace un mes que llegué a Roma. Uno. Y parece que fueran años... Muchas cosas han cambiado desde aquel primer día caluroso en que puse un pie en la ciudad eterna. 

  Hace un poco menos de calor, pero sólo un poco. Los días son más cortos y a las siete y media ya es de noche. La clases de la universidad ya han comenzado y justo ayer acabé el curso de italiano. He hecho mi primera colada. Y he planchado. Manejo la red de metro (que, al fin y al cabo, con dos líneas) y la de autobuses. Puedo llegar al Pantheon con los ojos cerrados. Puedo formar frases coherentes en italiano. Y seguir toda una clase de cinco horas sobre Giotto. Cruzo los pasos de peatones como una verdadera romana. Compro parmegiano reggiano cuando voy a la tienda. He comido pizza al taglio en la plaza de San Lorenzo. Odio a los erasmus, sobre todo a los españoles (con alguna excepción) Me he sentado a leer en la plaza del Campidoglio. He pagado cuatro euros por un té. Empiezo a pensar que España es un país perfectamente organizado. En la calle me paran para preguntarme por esta u otra dirección. Bebo cappuccino cada día (y té) He ido tres veces a San Pedro. Estoy escribiendo esto a la sombra del Ara Pacis Augustae.

  En definitiva, Roma è Roma, che posso dire di più...

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